La comunidad de Nuestra Señora del Camino celebró con alegría el sacramento, iluminado por el encendido de la segunda vela de Adviento y una profunda reflexión del obispo Covili sobre la mesa familiar, la fraternidad y el llamado a construir relaciones reconciliadas.
7 de diciembre de 2025
Alto Hospicio

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En un ambiente de profunda alegría y esperanza, al mediodía del segundo domingo de Adviento, trece niños y niñas de la parroquia Nuestra Señora del Camino, en Alto Hospicio, recibieron por primera vez el sacramento de la Primera Comunión.
La celebración eucarística fue presidida por el hermano Isauro Covili Linfati, obispo de la Diócesis de Iquique, y contó con la presencia de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, quienes acompañan la vida pastoral de la comunidad. En la liturgia se realizó además el encendido de la segunda vela de Adviento, signo que invita a caminar hacia la venida del Señor con esperanza y conversión.
En su predicación, el obispo Covili reflexionó sobre el profundo significado de sentarse a la mesa, tanto en la vida familiar como en la vida cristiana. Destacó que la mesa es un lugar de encuentro, comunicación y fraternidad, aun cuando las rutinas actuales dificulten que las familias compartan este espacio con frecuencia. “La mesa sigue siendo un valor que se, porque siempre nos reúne para compartir el alimento y la vida”.
Recordó también que Jesús, en los Evangelios, se encuentra muchas veces alrededor de una mesa, donde enseña, anima, renueva la esperanza y se revela como Pan de Vida. “En esa mesa abierta el Señor comparte su vida y su proyecto de amor por la humanidad. En la Última Cena anticipa su entrega en la cruz y, al partir el pan, ya no ofrece solo alimento, sino su propia vida”.
El obispo explicó que al recibir la Eucaristía no es Jesús quien se asimila a nosotros, sino que somos nosotros quienes somos injertados en su vida, renovados desde dentro para pensar, sentir y mirar el mundo de manera distinta. “El que se alimenta de Jesús eleva su corazón, reconoce el valor de lo eterno y aprende a caminar en la fraternidad, la justicia, la paz y la belleza de la vida familiar”.
Retomando la primera lectura del domingo, invitó a contemplar el sueño de Dios anunciado por el profeta: un mundo reconciliado, donde reina la armonía y la fraternidad. “Cada Eucaristía nos llama a volver al origen, a esa acción creadora de Dios que siembra en cada corazón la capacidad de construir buenas relaciones, aun con quienes piensan distinto”.
Llamó también a no renunciar jamás a que “florezca la justicia, la paz, el buen diálogo y la mesa compartida” en cada hogar.
Antes de la bendición final, cada niño ofreció una flor a los pies de la Virgen María, gesto que marcó el término del Mes de María y expresó la gratitud de las familias por el camino vivido.
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Fuente: Comunicaciones Diócesis de Iquique














