“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Jn 11,25)
21 de abril de 2025
Iquique

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Hoy lunes, cuando celebramos el gozo y la alegría de la resurrección del Señor, el Dios de la vida nos ha sorprendido llamando a su presencia al Papa Francisco, en el Año Jubilar, después de haber cumplido su misión en bien de la Iglesia y del mundo entero.
Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia, fue un testigo incansable del amor misericordioso de Dios en medio de nosotros. Nos ha enseñado a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal. En modo particular, a favor de los más pobres y los marginados.
Le damos las gracias porque nos ayudó a redescubrir un nuevo modelo de Iglesia sinodal en nuestro tiempo; como también posibilitó que la Iglesia se reencontrara con el Concilio vaticano Il y su compromiso con los bienaventurados del Reino de Dios.
Los invito a recordar las palabras que nos dijo el Santo Padre cuando visitó nuestra tierra nortina: "que volviéramos a ser una Iglesia más sinodal, profética y esperanzadora", bajo la protección de la Virgen del Carmen de La Tirana y animados por san Lorenzo, mártir.
Destacamos en su pontificado la inspiración que tuvo en San Francisco, el pobre de Asis y de su amor y preocupación por la justicia, la paz, la creación, y por el cuidado de la casa común, entre otros tantos valores.
El Papa deja un legado que nos seguirá inspirando siempre la convicción de la necesidad de llevar ánimo, esperanza y consuelo a los afligidos. Además, destacamos la importancia que dio al diálogo, al discernimiento y a la búsqueda de consenso, para lograr así un mundo más justo, fraterno y solidario.
A lo largo de su pontificado, como sucesor de Pedro y Pastor de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, nos recordó una y otra vez que la esperanza cristiana no defrauda. Hoy en medio de la tristeza de su partida, queremos recordar sus últimas palabras dichas ayer Domingo de resurrección en la plaza San Pedro de Roma: "Esta es la esperanza más grande de nuestra vida: podemos vivir esta existencia pobre, frágil y herida, aferrados a Cristo, porque Él ha vencido la muerte".
Mis queridos hermanos y hermanas, elevemos al Dios de la bondad y compasión una oración agradecida por la vida y ministerio del Papa Francisco. Agradecemos a Dios por habernos regalado a Francisco, el cual nos deja un precioso testamento espiritual para la Iglesia y nuestro tiempo.
Los invito a vivir estos días en oración por el descanso eterno de Francisco en la alegría pascual.
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Fuente: Comunicaciones Diócesis de Iquique